Aldea Mundial

       Pascual Falces de Binefar

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Querido Jesús: (lunes, 16 de noviembre de 2009–AM)

Dueño y señor de mi vida, le doy gracias al Espíritu Divino por instruirme para que abra mi corazón ante Ti y el Padre, y dedique este tiempo matinal a dialogar con él.  Mi salud física y mental está ligeramente quebrada, así que en estas condiciones, en primer lugar te ofrezco las contrariedades que me ocasiona, y te ruego me conserves en salud hasta el día en que, como, cuando, y donde Tú quieras llamarme para que acuda ante Tu presencia.  En ese instante, con la acogida de mi santo padre Leopoldo I, Tu misericordia será mi único merecimiento para gozar junto a Ti por toda la Eternidad.  Que así sea. Esta es mi fe, y así lo escribo para que de este modo conste, y porque así lo permite ver el Espíritu Santo, mi señor y dador de todo bien, para que se haga… y se cumpla… la Voluntad del Padre, la que ha de prevalecer sobre todas las cosas, y por los siglos de los siglos. Que así sea.  Te pido perdón, con el corazón contrito y humillado, por todos mis pecados, ofensas y negligencias.  Te amo sobre todas las cosas que siento o que me rodean, y sé que mi vida está por completo abandonada en Tus manos; en lo pasado, en lo presente, en lo inmediato, y en lo futuro; en lo pequeño, en lo mediano y en lo grande; en lo temporal y en lo eterno. Que así sea. Noto que mis actos no se ajustan a la voluntad, y que mi memoria no los mantiene vivos con la debida lucidez.  Toda mi vida está en Tus manos.  Padre Celestial, ten compasión y misericordia de todos nosotros.  Jesús… mi buen Jesús, hijo de David… ten compasión de mí.  Madre del amor hermoso… ¡Tú, con tu intercesión me estás sacando de aquí!.  Gracias Señor, gracias… en ti confío, todo lo espero de Ti, porque, ¿acaso no eres mi padre? Pues, que, así sea.  Ten compasión y misericordia de mí.  Decía ayer el correo espiritual, del Libro de Daniel, 12: “Muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno”. Señor, oh Espíritu Santo, Tu misericordia seré el único mérito que tendré para que al despertar lo haga para la Vida Eterna junto a Ti, y aquellos a los que me confiaste. Gracias Padre, gracias… - El án

gel del Señor anunció a María, y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. – He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tus palabras… - Y el Verbo de Dios se hizo carne, y habitó en nosotros.  – Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Que así sea. Esta es mi fe, que así sea.  Y prosigue con el Salmo 16: “Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré”. Aunque mi cabeza esté perdida, Él siempre estará a mi lado, y su Misericordia seguirá siendo mi único merecimiento.  “Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha”. Para eso mi vida está abandonada en tus manos.  Ten compasión y misericordia de mí.  Y prosigue con la Carta a los Hebreos 10: “Si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna oblación”. Porque Tú, mi buen Jesús, eres mi redentor, y nos has abierto las puertas del Cielo. Vives en nosotros en esta tu segunda venida, hasta que en la tercera, impere tu Reino sobre todas las cosas.  Y continúa con San Marcos 13: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.

 

Oración

Leopoldo tenía la piadosa costumbre de rezar y hablar con Dios todo los días. 

Durante los últimos 20 años adquirió la práctica de escribir  esta  oración.

La presente, y última oración, corresponde al 16 de Noviembre del 2009, víspera de su muerte.

Enviar correo mailto:director@aldeamundial.es?subject=asunto%20del%20mensaje

Leopoldo tenía la piadosa costumbre de  rezar y orar todos los días ante su padre Dios.

En los últimos años adquirió la costumbre de escribir esta Oración.


A continuación se muestra la oración que escribió el 16 de Noviembre del 2010, el día anterior de su marcha al cielo.