Aldea Mundial
Pascual Falces de Binefar
Querido Efraín:
De quien desde la miseria de su cuerpo ya no vive de acuerdo con la carne, sino que actúa en virtud del Espíritu de Dios en él, se dice que es hijo de Dios, y que se ha vuelto, conforme a la imagen del Hijo de Dios, en un hombre espiritual. Y así como la capacidad de ver es lo propio de un ojo sano, así también la acción del Espíritu es propia del alma por él habitada.
Así mismo, al residir la Palabra en el alma, unas veces se manifiesta como que se piensa, y otras, como algo que se profiere con la lengua, así también acontece con el Espíritu Santo cuando lo atestigua a nuestro espíritu y exclama desde nuestros corazones, ¡Padre!, ¡Dios mío!... o habla en nuestro lugar según lo que se dijo: “No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros”.
Ahora bien, así como entendemos lo indivisible distribuido en sus partes, así también comprendemos el Espíritu según la distribución de sus dones; Ya que todos somos efectivamente miembros unos de otros, pero con dones diversos y de acuerdo con la gracia de Dios que nos ha sido concedida.
Por ello precisamente, el ojo no puede decir a la mano: "No te necesito"; y la cabeza no puede decir a los pies: "No os necesito." Sino que todos los miembros completan a la vez el cuerpo de Cristo en la unidad del Espíritu, y de acuerdo con las capacidades recibidas, se distribuyen unos a otros los servicios que necesitan.
Dios fue quien puso en el cuerpo los miembros, cada uno de ellos como quiso. Y los miembros sienten la misma solicitud unos por otros, en virtud de la comunicación espiritual del mutuo afecto que les es propia. Esa es la razón de que cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan.
Y como al Padre se le contempla reconociendo al Hijo, el Buen Jesús, al Hijo se le contempla en el Espíritu que nos habita desde el Bautismo. La adoración, si se lleva a cabo en el Espíritu, presenta la actuación de nuestra alma como realizada a plena luz, cosa que puede deducirse de las palabras que fueron dichas a la samaritana según refiere el evangelio. Pues, como ella, llevada al error por la costumbre de su región, pensase que la adoración había de hacerse en un determinado lugar, el Templo de Jerusalén, vemos como el Señor la hizo cambiar de manera de pensar. Le hizo ver que había que adorar en Espíritu y verdad, y en cualquier lugar; al mismo tiempo que se designaba a sí mismo como la verdad.
Así pues, de modo congruente contemplamos el esplendor de la gloria de Dios mediante la iluminación del Espíritu, y su huella nos conduce hacia aquel de quien forma parte sin dejar de compartir el mismo ser.
Os envío los mejores deseos de felicidad para este Nuevo Año que comienza, y con la esperanza de que os encontréis bien, recibir un cariñoso saludo, CTA.
Quien a Dios sirve ,no le da nada, ya que Dios no tiene necesidad de los servicios humanos; él, en cambio, otorga la vida, la incorrupción y la gloria eterna a los que lo siguen.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él
lunes 7 de febrero de 2011